Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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viernes, 15 de junio de 2012

DDM: Capítulo 24

Hoola! Os preguntaréis que por qué narices subo dos capítulos hoy... Bueno, pues muy sencillo. Porque hoy tenía más tiempo, y porque creo que entre mañana y pasado me será muy difícil subir alguno, así que os subo este ya :D
Espero que os guste!


Me levanté con extrema rapidez, movida por el miedo a que la hubiera pasado algo grave.

- ¡Liv! -grité, abalanzándome a su lado.

La puse boca arriba, zarandeándola, para que me contestara.  Gimió levemente, y vi que tenía la mejilla roja, y debajo del ojo un moretón.

- Liv, ¿estás bien?

Ella asintió, pero aquella visión me hizo temblar de rabia. Me levanté con rapidez, ignorando el dolor de mi piel magullada, y miré al hombre con firmeza.

- Acabas de pegar a una niña... Deberías tener vergüenza.

Él rió, y eso me puso mala. No perdí tiempo, y como un resorte, golpeé su rostro con el puño cerrado, justo como él había hecho con Olivia.
Gruñó algo que no entendí, y me devolvió el golpe, seguido de varios más.

- ¡Cómo te atreves...!

Me hizo perder el equilibrio, mientras me tambaleaba hacia atrás, gimiendo por los golpes, hasta que caí al suelo.

- ¡Tú no eres mi superior! -exclamé.

La sangre brotaba de mi labio partido, pero tampoco perdí tiempo. Me levanté como pude, y le golpeé con los puños, mezclando empujones y patadas.
Me alejé unos pasos, jadeando del enfado. La rabia crecía y crecía, y me sentía incapaz de controlarla. Había hecho daño a Olivia, una niña de quince años. Y no lo iba a permitir.

Su puño llegó otra vez, acompañado de un conjunto de insultos de todas clases.

- ¡Eres una...! -se interrumpió él mismo, mientras me pegaba un rodillazo en el estómago.

Mi herida. Noté un fuerte tirón, y un enorme dolor seguidamente. Apreté los dientes, encogiéndome sobre mí misma, sin aliento.
Pensé que llegaba el siguiente golpe, cuando el hombre maldijo con más insultos.

- ¡Suéltame! -gritó.

Abrí los ojos, retorciéndome de dolor, y vi que Jacob le había agarrado del brazo, impidiendo que me golpeara. Tenía el rostro contraído por la rabia, y no dudó en pegarle un rodillazo en la tripa. Se encogió sobre sí mismo, al igual que yo.
Jacob le propinó un codazo en la espalda, haciendo que cayera al suelo.

Intenté recuperar el aliento, y me tambaleé al erguirme. Miré ligeramente mi camisa, y vi que la mancha de sangre había aumentado de tamaño. Mi herida volvía a sangrar.
En ese momento, otro hombre se acercaba por detrás a Jacob para defender a su jefe, pero Jacob fue más rápido. Agarró la daga del cinto de su víctima, y al girarse, se la clavó en el pecho a su atacante, quitándole la vida.
Este cayó pesadamente al suelo, muerto. Más que muerto.

Y después, todo pasó muy rápido.
El poblado acudió en nuestra ayuda, reduciendo a nuestros enemigos, mientras los de mi tripulación segaban sus vidas sin ningún remordimiento.

Empujé con fuerza a muchos, haciendo que cayeran, para que otros les remataran. Golpeé cuerpos hasta quedarme a gusto, descargando toda mi rabia.
Dan me lanzó una daga, y la cogí al aire. Le di las gracias, y me dispuse a defenderme con el arma.
Sí, maté cruelmente. Pero era gente que no merecía vivir.

Miré a mi víctima, con una vil sonrisa. Estaba sobre él, colocando la daga en su cuello. Él me miraba con firmeza, sin miedo, pero yo sabía que en el fondo, estaba asustado.
Hundí la daga en su piel, mientras la sangre brotaba, y aparté la mirada. Lanzó unos cuantos gemidos de súplica, pero ya era tarde. Y justo en ese momento, cuando me iba a levantar, un brazo fuerte me rodeó del cuello, acercándome a su cuerpo. Me levantó de un impulso, y casi caigo al suelo, de no ser porque me estaba agarrando.

- Quietos. -exclamó el hombre que me sujetaba.

Noté la presión del filo de su daga sobre mi cuello, mientras me rodeaba la parte de los hombros y el pecho, aprisionándome contra él.

- Quietos, o la mato. -amenazó.

Miré a Jacob, a Harry, a Liv, a Gwendolyn y a Dan. Todos me miraban asustados y sorprendidos.

- Vale, vale, ya está. -contestó Jacob, soltando el arma.

Jacob miró a los demás, apremiante, que le imitaron y soltaron sus armas.  Más presión, y sentía que pronto me haría un corte.

- Suéltala, por favor. -rogó Olivia.

Jacob dio un paso hacia delante, acercándose a nosotros.

- Quieto, o te juro que la mato. -amenazó el hombre, algo temeroso.

Jacob se paró, y le hizo un gesto de tranquilidad con las manos. Jadeé, por la fuerza con la que me agarraba. Pensaba que me iba a romper los hombros de tanta fuerza.

- No hay por qué seguir con esto. Déjala, y haremos como que no ha pasado nada. -intentó calmar Jacob.

- ¿Cómo? ¡Os habéis cargado a casi todos mis hombres! -gritó, fuera de sí. -Creo que es justo que al menos, la mate a ella.

Jacob se acercaba a nosotros lentamente, pero el hombre estaba tan ensimismado en sus palabras, que no se percataba. Jacob estaba a escasa distancia de nosotros. En ese momento, le miré fijamente, y él me miró suplicante. Quería que hiciera algo, pero no sabía qué. Así que decidí hacer lo que se me ocurrió.

Mordí el brazo del hombre con mi máxima fuerza, justo en el momento en que Jacob saltaba hacia mí. Noté un leve corte en la cintura, de pasada, y cerré los ojos. Choqué secamente contra el suelo, y un peso sobre mí.
Abrí los ojos, algo desorientada, y me encontré con los de Jacob.

- ¿Estás... estás bien...? -jadeó Jacob.

Asentí. Se quitó de encima de mí con lentitud, ayudándome a incorporarme. Me agarré a su camiseta para ello, y noté que mi mano tocaba sangre.

- Dios, Jacob, ¿qué te ha pasado? -exclamé, alarmada.

- Nada, nada...

Estaba arrodillado a mi lado, y yo estaba muy pegada a él, tal vez demasiado. Y me di cuenta de que no me importaba. Porque Olivia tenía razón.

Le levanté la camiseta, viendo que tenía un corte en la misma zona que yo, pero mucho más profundo. Debía ser que el hombre había intentado acertarme con la daga, pero Jacob me había protegido, llevándose la mayor parte.

Entre Dan, Harry y Gwendolyn, mataron al jefe, y remataron a los que aún quedaban vivos, y que agonizaban por el dolor.
Los aldeanos habían quedado algo magullados, pero no había nada excesivamente grave.
Entre Jacob y yo, conseguimos levantarnos, y nos quedamos mirándonos fijamente, sin saber qué decir.

- Gracias... -acabé susurrando.

- Nada. -sonrió él.

Nos quedamos como idos, mirándonos, sonriendo.

- ¡Diana! -oímos ese grito, que nos sacó de nuestro trance.

Nos giramos a la vez, para ver que todos corrían hacia un bulto tendido sobre el suelo. Diana. Nos unimos a ellos, y me abrí paso hacia ella.

- ¡Diana! -exclamé.

La zarandeé, para que me respondiera. Tenía una daga clavada justo debajo de las costillas izquierdas, bien clavada. Hiperventilaba, y estaba pálida. Estaba cubierta de sudor frío.

- Diana, mírame. Mírame. -la ordené.

Entreabrió los ojos, y me miró como pudo, temblando.

- Vas a ponerte bien. -dije, convencida.

Harry tenía lágrimas en los ojos, y la agarró de la mano con fuerza.
Los aldeanos nos interrumpieron, alzándola en volandas, y llevándosela a una cabaña. Harry les siguió, demasiado preocupado.
Eso me hizo recordar nuestra discusión, y plantearme cómo acabarían las cosas.
En ese momento, una voz chillona y alarmada me hizo girarme.

- ¿Qué ha pasado? -exclamó Elizabeth, horrorizada por las vistas.

- Anda, mira, la rubia. -dije, poniendo los ojos en blanco.

Me giré, y preferí no escuchar su amable insulto. Seguí a Harry hacia la cabaña, corriendo, para ver qué tal estaba Diana. Tardarían bastante.

Cuando entré, Diana estaba sobre una camilla hecha de madera. Tenía los ojos cerrados, y Harry lloraba en silencio, agarrando su mano.
Me temí lo peor. Por un momento pensé que había muerto.

Pero me tranquilicé al ver que respiraba, y que los aldeanos obraban con rapidez, para sacar la daga, y cerrar la herida. Después de la operación, y de darla varios potingues, la llevaron a una cama, y pasaron a coser otra vez mi herida abierta.

Me sentaron en la camilla, mientras terminaban de limpiar los cortes de mi cuerpo, en especial el de la cintura. Pero yo no me encontraba ahí.
Tenía la mirada centrada en Harry, que no se separaba de Diana.
Y eso me produjo punzadas en el corazón.
La quería de verdad, de una manera mucho mayor que hacia mí. Era amor. Y sabía que Diana le correspondía.

Suspiré, y un aldeano más joven, me dijo:

- Ya estar.

Salí lo más rápido que pude de la cabaña, sin saber que Harry me estaba mirando.
Los aldeanos ya habían recogido los cuerpos sin vida de los hombres, y no quise saber qué habían hecho con ellos. Busqué a Olivia con la mirada, hasta que por fin divisé su cabellera del color del fuego.

- ¡Liv! -exclamé, sonriendo.

Ella gritó mi nombre, pero otro diminutivo.

- ¡Kate!

Nos abrazamos, y nos dimos las gracias. Nos habíamos defendido la una a la otra. Después del agradecimiento, caminamos por el poblado, hablando de temas poco interesantes, hasta que una pregunta me vino a la cabeza:

- Oye, Olivia... Tengo una pregunta. ¿Cómo es que los demás hablan... peor que tú? Tú hablas muy parecido a mí, pero no los demás. Pareces de otro sitio.

Liv sonrió, asintiendo.

- Fue gracias a una extranjera, como tú. -comenzó. -Era una mujer, muy guapa por cierto. Cuando ella vino, yo tenía tres años. Ella me enseñó a hablar como lo hacían en su tierra.

Me agarró de la mano, y tiró de mí, para llevarme a un lugar especial.

- Ven, te la quiero enseñar. No sigue viva, por desgracia... -suspiró Liv. -Murió aquí. -bajó la mirada, apenada. -Pero hay un chico de esta aldea, al que se le da muy bien el dibujo, y un día, la pintó en la pared de una cueva. Cuando ella aún seguía viva.

- ¿Y con tres años te acuerdas de ella?

- Oh, sí. Es una rareza de esta isla. Todos los que vivimos aquí, los que hemos nacido en esta isla, recordamos absolutamente todo desde que tenemos un año. Según me dijo la mujer, vosotros no. -sonrió. -Venga, que te la quiero enseñar.

Tiró de mí, y corrimos por la selva, hasta una pequeña cueva. Me hizo entrar, estaba bastante iluminado, porque por la parte superior entraban tímidos rayos de sol.

- Ahí está. -susurró, sonriente.

Di un paso hacia delante, rodeando una roca que me impedía ver el retrato, hasta que lo vi de refilón.
El alma se me cayó a los pies al ver aquel retrato.

No.

Y creí que moría.

6 comentarios:

  1. MUERTE MUERTE!!!!!!!!!!!! Así me gusta,que no quede ni uno MUAJAJA Al final te has acordado de lo de la edad xD Jajaja Te quiero mucho osito <3

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    1. Muerte, sí xD Hombre, evidentemente xD Y lo calculé después para estar segura xD Porque no me acordaba de lo que me habías dicho xD Dudaba entre tres o cuatro jajajja
      Te quiero muchísisismo Osito!

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  2. April es simplementee fantásticoo!
    Mis padres casi no me dejaban tiempo para leerlo pero tenía muchas ganas y probablementee me castigaran.
    ¿Y a mi que mas me da?
    JaJaJa
    Está genial y me alegra mucho que hayas colgado dos!
    Suertee!

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    1. Muchísimas gracias! :D
      Jajajaja eso me pasa a mí todas las noches, cuando me pongo a leer los capítulos que se hayan subido xD
      Un beso!

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  3. Me encanta!! Esta superbien!! Al principio pensaba que habías matado a Diana... y que habría alguna escena de amor Jacob-Katherine!!
    Besos :)

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    1. Muchísimas graciaaas! :D Noo, pobre Diana jjajjaja Ya la habrá, ya la habrá :)
      Mucho besos!

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