Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




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sábado, 6 de octubre de 2012

DDM: Capítulo 40

Hola tripulantes! ^^ (Me ha dado por llamaros así xD)
Bueno, espero que este capítulo os sea... más agradable. Tampoco feliz, ya que a mí no me lo parece, pero bueno... :)

Espero que os guste, ya me diréis! ^^




Todo a mi alrededor era tan leve, tan lejano, tan nebuloso... Nada era nítido en mi vida, y en mi interior todo estaba en penumbra. Todo dentro de mí se ha marchitado de una manera triste y dolorosa.
Me encontraba enterrado bajo los escombros de mi mundo derrumbado. Me encontraba sepultada bajo los recuerdos de mi propia vida.
De una vida que antaño había considerado casi perfecta, y que había acabado en la más absoluta miseria y destrucción.

Aquellos sonidos que eran tan lejanos a mi campo de batalla, comenzaron a cobrar sentido, comenzaron a tener más nitidez, hasta que desperté de mi inconsciencia.

Entreabrí los ojos, los cuales notaba pegajosos y húmedos, con algo de miedo, sin ganas de ver lo que me esperaba fuera de mi mundo. Fuera de lo que irónicamente estaba en calma para mí.

Observé las siluetas de lo que me rodeaba, aunque no saqué nada en claro. Y por un momento, por un leve momento, tuve la esperanza de encontrarme en el camarote de mi barco, sin que nada hubiera ocurrido realmente, siendo todo un sueño, una pesadilla llena de dolor.
Una alucinación un tanto dulce y malvada.
Porque no dejaba de ser una alucinación, una falsa esperanza para escapar del mundo.

La caída fue dolorosa, al darme cuenta de que no era mi camarote, sino una habitación que me sonaba bastante. Gemí levemente, y volví a cerrar los ojos, sintiendo cómo los recuerdos atravesaban mi cerebro cual torbellino enfurecido.

Saqué fuerzas de no sé dónde, para abrir los ojos, y comprobar que lo que veía era cierto, ya que mis ojos no lo creían, a pesar de todo.

¿Me encontraba en una habitación? ¿Dónde estaban las paredes de la cueva? ¿Dónde estaba la oscuridad? ¿De dónde venía esa luz? ¿Y yo? ¿Yo estaba en un colchón, o algo parecido a eso?

Mi ansiedad creció por momentos, hasta que fui capaz de abrir los ojos del todo.
Al observar las paredes de madera, me incorporé con rapidez, extrañada y sorprendida. Me quedé boquiabierta. ¿Y la cueva? ¿Dónde estaba, qué había pasado?

Y pronto los recuerdos se hicieron dolorosamente presentes; recordé los gritos de agonía de Harry, recordé la pena que me invadió, el hondo sentimiento de dolor, todo. Recordé que le había perdido para siempre, y que ya no estaba a mi lado. Recordé que había llorado, gritado, maldecido y pegado tanto, que me había quedado medio inconsciente por el cansancio.

- Harry... -susurré, con los ojos bañados en lágrimas.

En ese momento, mi mirada se centró en la puerta de la habitación, que se abrió con extrema violencia.

- Kathy. -medio exclamó con voz ahogada.

Jacob corrió hacia mi cama, y sin decir nada más, me abrazó con fuerza. Yo apoyé la cabeza sobre su hombro, y cerré los ojos para impedir que las lágrimas salieran de mis ojos con demasiada fuerza. Jacob se sentó sobre la cama, sin soltarme.

- Kathy... -susurró en mi oído.

Yo agradecí su abrazo, y su cercanía. Pero tenerle a mi lado, me hizo recordar lo que le había prometido a Harry; que le confesaría a Jacob mis sentimientos.

Cuando se separó de mí, me miró fijamente a los ojos, y me preguntó:

- ¿Te encuentras bien? ¿Cómo estás?

Yo sostuve su mirada, mientras las lágrimas caían de mis ojos. Estaba en un estado de shock que no sabía cuánto duraría, así que tardé en asentir con lentitud.

- No llores. Te lo pido por favor. -musitó con voz preocupada.

Fruncí los labios, parpadeé varias veces para intentar frenar las lágrimas, y asentí levemente.

***

Después de aquella conversación tan pequeña, le pedí a Jacob que se marchara, ya que necesitaba un tiempo para mí, para pensar. Para recapacitar.

Aquello que había ocurrido, me había hecho pensar. Mi vida jamás había sido perfecta, como yo había solido pensar; mi vida era una auténtica miseria, un desastre. Todo lo que me ha ocurrido, ha sido un castigo; castigos para que intentara cambiar, para intentar ser mejor persona.

Y la muerte de Harry había sido el peor de los castigos.

Necesitaba cambiar, necesitaba terminar de destruir esa máscara de frialdad que había forjado durante años, y ser quien realmente soy.

Mi vida se había tambaleado peligrosamente repetidas veces, pero jamás me di cuenta de que debía cambiar, de que era yo la que estaba actuando mal. Creí que siendo estricta, fría y lejana con la gente, todo iría mejor.

Y ahora, ahora sólo me quedaban Jacob, Diana y Liv.

Yo jamás perdoné a Jacob por lo que me hizo, fui rencorosa. Pero él, él siempre me ha querido. Él siempre fue comprensivo, ha perdonado mi testarudez y mi frialdad. ¿No es eso propio de la gente que se quiere de verdad?

Bajé la mirada, y me retorcí las manos, dejando que las lágrimas bañaran mi rostro. Me encontraba muy cansada emocionalmente, pero el dolor me impedía descansar como debía. Pensé que tal vez necesitaba moverme un poco, aunque fuera por la habitación, porque no quería salir de esa pequeña casa, de mi pequeña fortaleza.

Cuando me levanté de la cama, me di cuenta de que llevaba un vaporoso vestido de seda blanco, con unos zapatos del mismo color, de tela muy fina y suave. Vi que tenía la boca seca, pero no tenía ganas de beber, ni siquiera de comer. No tenía ganas de hacer lo normal, lo que se llama normal en este mundo; no tenía ganas de seguir con mi vida diaria. Quería quedarme en ese camastro, nada lujoso, y llorar hasta morir de inanición. O de pena.

Me levanté de la cama, con demasiada lentitud y torpeza. Nada más tocar el suelo con los pies, me eché a llorar. Me quedé sentada sobre las sábanas, con los ojos cerrados fuertemente, y llorando.

- Harry... -dije entre sollozos.

No dejé de repetir su nombre. Un nombre que quedaría para siempre grabado en mi corazón. Un nombre que había significado muchísimo para mí.

- Por qué... -pregunté, sin dejar de llorar.

Recordé sus preciosos y vivos ojos castaños, su tez morena, su sonrisa, su increíble y tierna sonrisa. Nunca me imaginé lo que sentiría si le perdiera, nunca antes pensé que le perdería, hasta ese momento.

"Le miro, y él me sonríe. ¿Cómo puede tener esa sonrisa? Es más, ¿cómo es capaz de arrancarme sonrisas en cualquier momento, con tal sólo sonreírme él? 

- Hay que ser feliz. Lo demás no importa. 

Yo me río, aunque sé que tiene razón. Pero ser feliz es difícil. 

- Yo tengo suerte, porque te tengo a ti. -le digo seriamente. 

- Eres feliz porque eres fuerte. 

Entonces bajo la mirada, y niego con la cabeza. 

- Yo no soy fuerte, Harry. -le digo. -Soy feliz en los momentos en los que estoy contigo, nada más. Por mí sola no puedo. 

Él sonríe ampliamente, y dirige su mirada hacia el sol, que está a punto de ocultarse en el horizonte. 

- ¿Qué haré cuando tú no estés? ¿Qué haré cuando no estés conmigo?

- Vivir y ser feliz, fácil. -contesta él. 

- No lo es si tú no estás. -musito. -No estarás para siempre, es más, ¿y si nos separan? 

Entonces él me mira, con su característica ternura, y coge aire, para decir:

- Kathy, volemos lejos de aquí. Volemos juntos hasta el más allá, y dejemos atrás las preocupaciones.  Busquemos un lugar donde nadie nos separe, donde podamos hacer lo que queramos. Donde seamos felices."

Recordar esas palabras me hicieron más daño del que yo creía. "Donde seamos felices".

- ¿Y ahora yo que hago? -exclamé, sollozando. -¿Eh, Harry? ¿Ahora yo que hago?

Enterré el rostro entre mis manos, llorando con fuerza.

- Me has dejado. Tú ya has volado hacia ese lugar que me prometiste. A ese lugar donde serás feliz... ¿Pero qué hay de mí? -sollocé. -¿Qué hay de mí, Harry?

Sabía que él no estaba, que ya no estaba conmigo, y que no podía responderme. Pero, ¿y qué pasa si quiero llamarte? ¿Si aún confío en que vuelvas? ¿Qué pasa si no quiero olvidarte, y quiero llorar todas las noches por tu partida?

Decidí que caminar no era una buena idea, y sin poder frenar el llanto, me volví a tumbar sobre el camastro.

Y ahí me quedé, llorando por Harry, llorando porque mi mejor amigo, me había abandonado para siempre.

***

Me vi incorporándome del susto, en cuanto una puerta se abrió. Abrí mucho los ojos, y observé a quién entraba.
Por un momento pasé miedo. ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

Pero cuando vi que Gwendolyn me miraba seriamente, recordé dónde estaba; en este maldito mundo, sufriendo como nunca, y sola.

"¿Cada vez que me despierte, voy a pensar lo mismo?"

Jacob también estaba ahí.

Me mordí el labio inferior, mirando a Gwendolyn.

- ¿Te encuentras bien?

No sabía si mentir, o decir la verdad. Tal vez asentir era la mejor opción, pera estaría mintiendo. Y no quería hacerme la víctima negando.

- Sí. -susurré, con la voz quebrada.

Gwendolyn asintió, y se sentó en una de las sillas que había en la habitación.

- Creo que es hora de que sepas toda la verdad. De esto.

Otra vez esas fuertes ganas de llorar. No estaba preparada para nada, aunque a lo mejor eso era lo mejor; no estar preparada, y que me lo soltaran de golpe.

- ¿Tienes preguntas?

- Muchas. -mi voz sonaba extremadamente débil.

Gwendolyn desvió la mirada, y suspiró.

- He aquí el motivo de por qué murieron mis padres, para salvar a los tuyos.

No entendía nada, pero me dije que era normal, así que me limité a escuchar.

- Perdieron la vida por proteger a tus padres. ¿De qué? Más o menos de los que nos capturaron a nosotros al comenzar el viaje. -hizo una pausa, en la que cogió aire. -Tus padres venían a esta isla, Kathy, con el fin de mantener el equilibrio entre el bien y el mal.

Recordé fugazmente a mis padres, y volví a dejar la mente en blanco, para no añadir más dolor del existente.

- Tu madre fue ofrecida como sacrificio, Kathy. -dijo ella con un hilo de voz. -Por eso, su nombre estaba escrito en la pared.

Y ahí estaba el porqué de su muerte. Ahí estaba la verdad que me había ocultado mi padre. Mi madre había sido ofrecida como sacrificio, al igual que Harry. Y no se trataba de una muerte a causa de una grave enfermedad, como me hicieron creer. Tampoco quedó atrapada en la cueva.

Fue ofrecida como sacrificio.

- Al igual que Harry. -completó Gwendolyn.

- Y por qué... por qué mi madre... por qué Harry, por qué mi padre volvió a la isla... -susurré, a punto de echarme a llorar.

Gwendolyn cogió aire, para después continuar:

- Tu padre volvió a la isla para buscar a tu madre. Porque la muerte de tu madre fue en contra de su voluntad.

Aquello me rompió el alma.

- ¿ Có... cómo...? -conseguí decir. -¿Ase... asesinaron a mi madre...?

Gwendolyn asintió.

- Y tu padre tampoco lo quiso creer. Le afectó... y volvió a buscarla, a pesar de que ya era imposible.

Tuve que hacer un gran esfuerzo por no echarme a llorar cual niña de tres años.

- Y bueno, hay una explicación, sobre por qué Harry, y por qué tu madre, y por qué sólo los miembros de tu familia y la de Jacob.

Alcé la mirada hacia ella, boquiabierta. ¿Sólo mi familia y la de Jacob...? Es decir... ¿sólo familia de los Reyes y Reinas de los Mares...?

- Harry, Diana y yo ya sabíamos lo que iba a pasar.

- ¿Cómo...? -preguntó Jacob, sorprendido.

Gwendolyn le dirigió una mirada cargada de tristeza:

- Porque Liv y los chamanes de la isla nos avisaron de ello. Y Harry fue el que decidió ser él, y no vosotros dos. -nos miró a Jacob y a mí. -Ofreció su vida por vosotros.

- ¿Pero por qué Harry, y no Elizabeth, por ejemplo? -musitó Jacob.

Gwendolyn suspiró, y bajó la mirada. Cerró los ojos, y alzó la vista hacia la ventana.

- Porque el sacrificio sólo acepta sangre de descendientes de Reyes y Reinas de los Mares.

Y entonces, me quedé quieta, muy quieta, y congelada.

"Te eligieron a ti, Jake, porque eras el mayor. El más adecuado para ser el Príncipe de los Mares. Pero eso no quita para que mi sangre no sea aceptada por esta isla."

Si aceptaron su sangre, y sólo puede pertenecer a los Reyes y Reinas de los Mares...

- Harry... Harry pudo haber sido el Príncipe de los Mares... -musitó Jacob, perplejo, y con la mirada perdida.

"Te eligieron a ti, Jake, porque eras el mayor".

- Harry era tu hermano, Jacob. -sentenció Gwendolyn.




7 comentarios:

  1. APICHIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII :'( JOPEETA.¿POR QUÉ ME TIENES QUE HACER LLORAR SIEMPRE,MALA PERSONA? T_T T_T Cómo me gustan tus PERFECTOS Capítulos.......JAJAJAJJJAJAJAJ HARRY,CUÑAAAAAAA! vale..................ya..........Yo te quiero a lot,me encanta,QUIERO PRONTO EL SIGUIENTE JAJAJAJA TÚ ME ENTIENDES JAJAJAJAAJ Un besazo enorme

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    1. SOY UNA MALA PERSONA D: Perfectos? Naaaaah, que va. Son caca jajajajjaja YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR EL SIGUIENTE, pero quiero dar tiempo a que lean este :)
      Un beso cielo!

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  2. OMG............ Madre mía. Que triste! Peor me encanta!!!! jo, que pena. La descripción de la pérdida es fantástica. Uf que me encantaaaaaaaa!!!! Lo haces genial en cada capítulo.

    Besitos :)

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    1. ¿En serio? *____* Wow, que me emociono, ya sabes... :') Tampoco quiero ser mala y haceroslo pasar mal porque de pena, pero no sé, me gusta escribir ese tipo de cosas (qué rara soy, no? xD) Pero no sé, personalmente creo que se me da mejor escribir eso que otras cosas jajajj
      Un besazo enrome, Jane! ^^

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  3. HOLAA! Hasta hace ya tres horas casi he descubierto tu blog y porfin puedo decir que subas el siguiente o te descuartizo, y también puedo decir, ¿COMO MATAS A HARRY?
    Bueno sinceramente me chifla me encanta y espero el siguiente te tengo afiliada y si quieres pasarte por mi blog encantada pero no es obligación:D
    ESPERO EL SIGUIENTE!

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    1. SADWDSEADETAFA *_* <3 Que me emociono :') ¿Cómo? No lo sé T-T
      Ahora mismo te afilio, y por supuesto que me paso por tu blog!
      Besooos!

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