Diario del Mar

"Me llamo Katherine Greenwood Wells, tengo dieciocho años. Nací en una cuna hecha de olas, mecida por el vaivén del maravilloso océano. El mar corre por mis venas. Mi madre se llamaba Anne Wells, y falleció cuando yo había cumplido seis años. Mi padre, Alfonso Greenwood, me enseñó todo lo que sé sobre el mar, pero por desgracia, desapareció hace dos años, sin dejar rastro. Y desde entonces, no he dejado de buscarle."




Seguidores

martes, 12 de agosto de 2014

DDM: Capítulo 89


¡Hola a todos!

Sé que es raro en mí, pero hoy he decidido subir el capítulo 89... Como ya os dije en el anterior, no estoy segura de que vaya a poder subir con frecuencia capítulos, así que he decidido subir hoy otro, ahora que puedo...

Espero que os guste y mil gracias por todo :)






Dan se levantó sobresaltado y casi gritó:

- ¿Qué está ocurriendo?

- Debe de ser una tormenta. -contesté, levantándome de la cama.

Ambos salimos con rapidez fuera del camarote, para confirmar mis palabras; unas nubes tan negras como las de mi pesadilla se cernían sobre nosotros, y el mar estaba tan revuelto que hasta yo sentí miedo.

Me sequé las lágrimas como pude, y me abalancé sobre el timón, tratando de controlar la nave que se desequilibraba cada vez más.

- ¡¡¡Cerrad la bodega!!! -fui lo primero que grité.

No toda la tripulación estaba en la cubierta, pero si los suficientes como para hacer lo que yo acababa de decir. Ni Jacob, ni Diana, ni Liv estaban en la superficie, y eso me alivió.

Aún sentía el dolor que me había causado la pesadilla y la falsa imagen de Harry vivo... pero me concentré en el timón y en no echarme a llorar, pues eso era lo más importante; mantenerme fuerte.

Dan se colocó a mi lado, ayudándome a controlar el timón. Pero las olas eran demasiado fuertes, la lluvia empapa todo y la fuerza del viento era descomunal. Nuestros esfuerzos eran en vano; el barco se movía intensamente.
He de admitir que esa fue la primera y única tormenta en la que pasé miedo de verdad.

- ¡¡El mar está demasiado revuelto!! -grité, tratando de hacerme oír sobre los truenos que retumbaban por encima de nuestras cabezas.

Dan contestó con un "sí" alto y claro, sin saber qué más decir.

Los pocos tripulantes que había sobre la cubierta ya habían cerrado la bodega y corrían de un lado a otro, arrastrados por el propio barco inclinándose.

Mi corazón latía con demasiada fuerza. Era como despertarse de una pesadilla que continuaba en la vida real. Literalmente.

De pronto, una enorme y brutal sacudida nos hizo perder el equilibrio y caer al suelo, para ser arrastrados hacia la barandilla oeste del barco. El timón quedó totalmente descontrolado, girando con una rapidez desmesurada, y traté de levantarme, pero me fue prácticamente imposible, pues las embestidas de las olas contra mi nave no paraban.

Dan me sujetó por un brazo y trató de impulsarme hacia arriba. Justo cuando creía que podía mantenerme en pie, otra ola que llegó incluso a cubrir la cubierta principal, embistió el barco y volví a caer, esta vez haciéndome daño en el tobillo izquierdo y en el hombro, derecho.

Y ahí estábamos, como si fuéramos hormigas en el ojo de un huracán. Lo vi todo perdido.

Me arrastré por el suelo como pude, acercándome al timón, con Dan haciendo lo mismo por detrás. El barco se inclinó peligrosamente otra vez, y nuestros cuerpos se deslizaron por la madera como si fuéramos marionetas. Estiré los brazos y me aferré a las barras de la barandilla que había al lado del timón. Dan se agarró a mi tobillo, lo que me produjo un dolor intenso en la pierna de la que Dan tiraba. Y en ese instante que duró apenas un segundo, sentí que me iba a romper en dos, y seguidamente, mis dedos se vieron incapaces de aguantar mi peso y el suyo, así que decidieron soltar su agarre, y entonces los dos nos arrastramos en forma de pelota por la cubierta, retorciéndome músculos que ni siquiera sabía que existían.

Mi espalda chocó contra la barandilla, y supe lo que iba a pasar a continuación. Supe que iba a caer. Y supe que me iba a ahogar. Que iba a morir.

Supongo que no todos estamos destinados a vivir una vida larga, y menos si tienes la valentía de enfrentarte al mar.

Pero entonces, Dan sujetó mi mano, impidiendo que mi cuerpo cayera al vacío.

El miedo corría por mis venas, y sentía que iba a desfallecer. Me dolía demasiado el brazo, al igual que el hombro, y me era imposible dejar de gemir. Dan me ayudó a saltar la barandilla para volver a la cubierta, y otro zarandeo nos obligó a caer al suelo, de nuevo.

Dan me rodeó con ambos brazos, tratando de protegerme de los golpes y del propio mar, y tal vez de l que iba a ocurrir a continuación.

- Vamos a morir, ¿verdad? -grité cerca de su oído, creyéndome mis propias palabras.

No iba a luchar más. No podía. Sabía que era una batalla perdida. Y cuanto más me lo repetía, más dudaba en si me refería a una batalla perdida contra el mar o contra mi propia vida.

Quizá se trataba de mi vida.

Quizá lo más fácil era rendirse del todo.

- ¡No! -contestó él, seguro y firme.

Ojalá pudiera creerle.

Y entonces lo vi, por encima del hombro de Dan.

Aquella enorme y oscura masa de agua en forma de ola gigante que se acercaba a nosotros y que se cernía sobre nuestro barco como si fuera el mismo cielo. Y me arrepentí de haber mandado que cerraran la bodega, porque sabía que los que estaban dentro iban a tener una muerte segura.

Recuerdo la negrura que nos cubrió. Y recuerdo que lo último que pensé fue que deseaba de todo corazón que Jacob y Liv y Diana pudieran abrir la bodega, y al menos intentar escapar de aquella ola gigante que engulló nuestro barco y lo hizo desaparecer en la oscuridad del mar, de la muerte.


***


Dolor. Frío. Mucho frío. Y mucho dolor también.

¿Quién era yo...? ¿Qué era yo...?

Negrura.

La más terrible oscuridad me rodeaba.

Pero de pronto, vi una chispa. O tal vez no la vi, simplemente la sentí.

Un hormigueo en alguna parte de mi cuerpo, no llegaba a adivinar cuál era. El hormigueo se acentuó, y supe que se trataba de mis pulmones y mis extremidades. De mi pecho en general.

Otra chispa.

Y supe que tenía que hacer algo.

Y con algo me refería a movimiento.

Agité lo que tenía por piernas y brazos, sin saber exactamente hacia dónde iba, pues ni siquiera sabía si estaba cerca de la superficie.

Me moví aún con más desesperación, mientras mis pulmones ardían por la falta de aire. Ya no podía siquiera mantener los ojos abiertos. Más oscuridad.

Y recuerdo que el rostro de Harry acudió a mi mente. Supongo que eso sólo podía significar una cosa; que estaba muerta. Y si no lo estaba era porque iba a estarlo en escasos segundos.

Pero antes de que mi cerebro se apagara del todo y la oscuridad fuera aún más oscura y fría, el rostro de Jacob inundó mi mente, y pensé que quizá, y sólo quizá, sí había esperanzas.

¿De qué?

No lo sé.



1 comentario:

  1. Ahora es cuando voy a buscarte donde quiera que estés y exigirte el trozo que te has olvidado meter en el capítulo. TRANQUILA, los copia y pega de Word a Blogger son un poco traicioneros ¿Verdad...?, ¡VERDAD!?
    Ay DIOS Ay Dios... que lo de subir seguido te dure un poco más, porque no me puedes deja así. NO PUEDES, ALMU. Pero bueno, después de despotricar, QUE ME ENCANTA! Que es que es increíble el capítulo. Que tu sabes que yo soy mucho de acción y drama y los naufragios PUES LOVE. jajajja ¿Se nota mi nerviosismo? En fin. Hola Sube ya. Adiós.

    ResponderEliminar